La memoria se inscribe en las superficies. Cada pared es testigo de lo que ha ocurrido a su alrededor, absorbiendo el paso del tiempo como una piel que cicatriza, que se quiebra y se reconstruye. “Memorias de la Pared” es una exploración de la persistencia de las huellas, de la nostalgia de lo que se borra, pero nunca desaparece del todo.
El blanco, aplicado con aspereza y densidad, parece querer cubrir el rojo profundo que aún resiste, como un vestigio de algo que una vez fue vibrante. Hay algo en la pintura que recuerda al yeso desgastado, a la textura de un muro que ha sido testigo de siglos de historia, de roces, de ausencias y de presencias.
Es una obra que nos enfrenta a la memoria material de los espacios y nos hace preguntarnos: ¿qué historias quedan impregnadas en lo que parece inerte? ¿Cuántas capas de pintura, de tiempo, de vida hay detrás de lo que vemos hoy?
“Memorias de la Pared” no es solo una pintura, es un documento sin palabras, un testimonio visual de lo efímero y lo persistente.
