En un fondo vibrante de ocres y dorados, emerge la figura de un hechicero ancestral. Su rostro, erosionado por el tiempo y la sabiduría, se funde entre trazos que sugieren visiones distorsionadas, como si llevara consigo la memoria de milenios. Su túnica negra es un manto de sombras, una tela que no solo cubre su cuerpo, sino que encapsula su poder. Con manos que parecen esculpidas en fuego y ceniza, sostiene un conjuro a punto de revelarse.
“El Hechicero” no es solo un ser, es una puerta a lo desconocido, un guardián de secretos olvidados. Su mirada, oculta tras el caos de las pinceladas, observa desde una realidad paralela. ¿Qué invoca? ¿Qué susurra al universo? Solo aquellos que se atrevan a enfrentarse a su presencia podrán escuchar el eco de su magia.
